Tita Sacramento

Hornachos es conocida dentro de los ambientes de las asociaciones de veteranos y reservistas por acoger cada año, durante el mes de febrero, un Raid Táctico que cada vez cuenta con más participantes. Pero también es uno de los lugares más bellos de España para sentir ese “alma de frontera” que el Profesor Peralta ha remarcado en su Teoría de Castilla , como un signo de nuestra identidad. Es, además, un rincón de España donde el turismo rural es obligado.

Asentado en la ladera de mediodía de la Sierra que lleva su nombre, Hornachos despierta ante la tierra anaranjada e inhóspita que enseña la grandiosidad de la naturaleza con una belleza extraordinaria. Entre dos valles rodeados de dehesa y monte bajo, la Sierra se alza en pleno centro de la Baja Extremadura y acoge el Castillo de Hornachos , que, construido por los árabes, marcó los limites entre los reinos musulmanes de Badajoz y Toledo, y más tarde de las jurisdicciones de las órdenes militares de Santiago, establecida en Tierra de Barros, y de Alcántara, en La Serena.

El fantasma rojo, esqueleto del recuerdo de un majestuoso castillo, enseña su desdentada almena. Aún así, se alza soberbio entre las altas nubes y los rayos del amanecer. Los muros están llenos de escondrijos y recovecos que hacen de ventanas desiguales que miran a un lado y al otro de la sierra. Ahí está, observando desde su sangrante envejecimiento y su destrucción paulatina por el implacable paso del tiempo y la dejadez de los hombres. El viento de las frías noches de invierno arañan, año tras año, sus endebles muros y va desfigurando su rostro hasta convertirlo en un espectro que atemoriza con claudicar y caer ladera abajo, rindiéndose a los pies del pueblo que le acogió durante siglos.

La montaña, guardiana del castillo, es a la vez reposo de Hornachos. En sus costados, la majestuosa Sierra de paredes verticales muestra los caprichos de la naturaleza. La dura piedra ha sido moldeada en gargantas multicolor. Rojo, verde y negro acaparan la atención del visitante con sus diferentes y curiosas tonalidades que se entremezclan con el verde de los olivos que anuncian el inicio de una población.

Cuando el sol languidece, tocando tenuamente con su luz los pedruscos de la sierra, es hora de buscar refugio en la hospitalidad del pueblo que descansa en el regazo de la ladera. Hornachos e s la población extremeña que más tiempo estuvo ligada a la cultura y al arte islámico en Extremadura, y tal vez en España. En esta localidad existió uno de los últimos núcleos moriscos extremeños hasta el siglo XVII, cuando fueron expulsados definitivamente en el reinado de Felipe III.

Hoy, es uno de los sitios donde se puede realizar turismo rural y pasar unos días inolvidables, disfrutando de la singularidad de su entorno, tanto arquitectónico como natural y cultural.

Sus calles han suavizado la verticalidad de la sierra. En sus laderas, las casas blancas empiezan a aflorar y, sólo unas calles más abajo, se encuentra la Casa Rural “Tita Sacramento” . Con la sólida construcción del siglo XVIII, conserva en cada rincón el calor de tiempos pasados y las últimas comodidades de las que hoy en día podemos disfrutar.